domingo, 26 de abril de 2015

Si de Publicidad Se Trata...





Cuando hablamos de publicidad, concretamente nos referimos al deber de garantizar el acceso al juicio penal del publico y de la prensa, con idea fija de la participación ciudadana como mecanismo fundamental de control y con el objetivo de que se llegue a la mayor cantidad de sujetos posibles. También es indudable que la publicidad debe ser de todo el proceso, pero en la realidad, nos encontramos en un punto bastante lejano a ello.

Entonces nos surge la interrogante: ¿que sucede cuando constantemente se tiende a un proceso tan inquisitivo? ¿que sucede cuando quienes están facultados para controlar son constantemente negados en su deber? ¿porque hay un mecanismo para negar el derecho al control arraigado tan sistemático? y si...la respuesta obvia "siempre se hizo así"el status quo...es tan cómodo mantenerlo, porque como en clase referíamos, el cambio genera rechazo, el cambio muchas veces es revolución.

Basicamente se nos ocurrió relacionar el principio de publicidad con una Obra de Franz Kafka "El Proceso" una obra incompleta...sin embargo con mucho tinte jurídico, ya que pocos saben que Kafka además de escritor estudio derecho, y veamos que viejo es el problema de la publicidad que allá por los años en los que él vivió (1883-1924) ya se planteaba la problemática, que no es nueva...sino que viene  desde siempre.


[...]—¿Puedo mirar los libros? —preguntó K, no por mera curiosidad, sino sólo para aprovechar su estancia allí. —No —dijo la mujer, y cerró la puerta—. No está permitido. Los libros pertenecen al juez instructor. —¡Ah, ya! —dijo K, y asintió—, los libros son códigos y es propio de este tipo de justicia que uno sea condenado no sólo inocente, sino también ignorante.[...
]


[...]Se quería impedir la defensa y se pretendía que todo recayese sobre el acusado. No era un mal criterio, pero sería un error deducir que en esa justicia los abogados no servían para nada. Todo lo contrario, en ningún lugar eran tan necesarios. El procedimiento no sólo no era público, sino que también permanecía secreto para el acusado. Naturalmente, todo lo secreto que era posible, pero era posible en su mayor parte. El acusado tampoco tenía acceso a los escritos judiciales y deducir de los interrogatorios el contenido de ellos era muy difícil, sobre todo para el acusado, confuso y lleno de preocupaciones. Aquí es cuando debía actuar la defensa. Por regla general, la defensa no podía estar presente durante los interrogatorios, así que se veía obligada a preguntar al acusado, si era posible en la misma puerta del despacho del juez instructor, acerca del interrogatorio e intentar deducir de esos informes, la mayoría de las veces muy vagos, la información conveniente. Pero esto no era lo más importante, pues así no se podía averiguar mucho, aunque, si bien era cierto, una persona competente averiguaría más que otra que no lo era. Lo más importante eran las relaciones personales del abogado, en ellas consistía la calidad de la defensa. K ya había sabido por propia experiencia que los rangos inferiores de esa organización judicial no eran del todo perfectos, que en ellos abundaban los empleados corruptos y aquellos que olvidaban fácilmente el cumplimiento del deber, por lo que la severa configuración judicial mostraba algunas lagunas. Aquí es donde la gran masa de abogados encontraba su campo de actuación, aquí se sobornaba y se espiaba, no hacía mucho tiempo, incluso, se produjeron robos de actas. No se podía dudar que de esa manera se podían conseguir resultados sorprendentemente favorables para el acusado, aunque sólo momentáneos.[...]

En concreto el libro trata de un Hombre, Josef K que es acusado por un delito y nunca sabe puntualmente de que se lo acusa, no logra tener acceso a los expedientes porque justamente no había publicidad salvo que así lo decidiera la justicia y relata cual es la constante lucha que presenta, reflejando de un modo sumamente ingenioso como se vulneran todas sus garantías. Es en este sentido, que cabe advertir que  ya han pasado más de 100 años desde que se plantea esta obra y sin embargo continua resultando en muchos puntos sumamente familiar. ¿No era que las garantías deben ser efectivas? ¿No era Don Beccaria quién planteaba la necesidad de la publicidad para lograr la objetividad y quien planteaba a la sociedad como único fundamento para poner un freno a "la fuerza y las pasiones"? 

Entonces como dice el titulo de esta entrada, Si de publicidad se trata...¿No estaremos haciendo algo mal?



Para quien le interese, dejamos el link de donde pueden descargar "El Proceso"



D'angelo Agustina, De Marchi Luciana, Nickels, Evelin






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