En el fragmento de la película a analizar, es posible observar la intima convicción por parte de la monja en su máxima expresión. En todo momento se deja muy en claro que la monja se encuentra convencida de la corrupción de un menor, sin embargo no existen pruebas concretas mas que meras sospechas y conjeturas. En este sentido, cuando el cura señala que la monja no tiene pruebas, ella destaca “pero tengo mi certeza, eso me bastara para ir a su ultima parroquia y a la anterior (…)” a lo que el cura responde “ no tiene derecho a actuar sin autorización de la iglesia!” – “lo haré si es necesario, aunque me expulsen de la iglesia. Haré lo que sea necesario aunque me vaya al infierno”.
Claramente
en esta cita puede verse como la organización jerárquica de la iglesia puede
ser dejada de lado pese a las consecuencias, pues lo que realmente importa es
la averiguación de la verdad por todos los medios, sin importar en particular
la defensa de la contraparte y la prueba que este pueda aportar, es suficiente
el “yo
conozco a las personas” o el “yo decidiré que es lo importante”
para determinar la existencia de un hecho, es en este sentido que la monja es
la inquisidora, quien denuncia y persigue, buscando obtener del cura la
autoincriminación. Por si fuera poco, toda la investigación la realiza en
secreto, con falta de debate y valiéndose de su astucia para buscar lograr la confesión.
La íntima convicción de la monja, ya que “la duda puede ser tan profunda y poderosa
como la certeza”, derriba, además de la necesidad de afirmar con certeza la existencia de
un hecho punible para justificar la pena (en este caso, despedir del colegio al
cura), el precepto que establece que la carga de la prueba de la inocencia no
le corresponde al imputado, si no a la parte acusadora. Finalmente la monja reconoce
que no tenia prueba alguna, que mintió
para lograr la confesión pero que si el cura no hubiese tenido faltas en el
pasado, la mentira no habría funcionado,
a lo que señala “su renuncia fue su confesión. Era lo que yo
pensaba” de este modo la monja obtiene su verdad, aquella que era un
fin en si mismo; tal como explica Maier, la
inocencia o culpabilidad se miden según lo que el imputado ha hecho o dejado de
hacer en el momento del hecho que le es atribuido, y no en función de hechos
anteriores que podría haber cometido, tal como lo juzga la monja. Todo
esto claramente inadmisible en un estado de derecho como el que hoy nos
encontramos.
ALUMNAS: Dangelo, Agustina; De Marchi, Luciana M; Nickels, Evelin
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