miércoles, 25 de marzo de 2015

LA DUDA





En el fragmento de la película a analizar, es posible observar la intima convicción por parte de la monja en su máxima expresión. En todo momento se deja muy en claro que la monja se encuentra convencida de la corrupción de un menor, sin embargo no existen pruebas concretas mas que  meras sospechas y conjeturas. En este sentido, cuando el cura señala que la monja no tiene pruebas, ella destaca “pero tengo mi certeza, eso me bastara para ir a su ultima parroquia y a la anterior (…)” a lo que el cura responde “ no tiene derecho a actuar sin autorización de la iglesia!” – “lo haré si es necesario, aunque me expulsen de la iglesia. Haré lo que sea necesario aunque me vaya al infierno”.


Claramente en esta cita puede verse como la organización jerárquica de la iglesia puede ser dejada de lado pese a las consecuencias, pues lo que realmente importa es la averiguación de la verdad por todos los medios, sin importar en particular la defensa de la contraparte y la prueba que este pueda aportar, es suficiente el “yo conozco a las personas” o el “yo decidiré que es lo importante” para determinar la existencia de un hecho, es en este sentido que la monja es la inquisidora, quien denuncia y persigue, buscando obtener del cura la autoincriminación. Por si fuera poco, toda la investigación la realiza en secreto, con falta de debate y valiéndose de su astucia para buscar lograr la confesión. La íntima convicción de la monja, ya que la duda puede ser tan profunda y poderosa como la certeza”, derriba, además de la necesidad de afirmar con certeza la existencia de un hecho punible para justificar la pena (en este caso, despedir del colegio al cura), el precepto que establece que la carga de la prueba de la inocencia no le corresponde al imputado, si no a la parte acusadora. Finalmente la monja reconoce que  no tenia prueba alguna, que mintió para lograr la confesión pero que si el cura no hubiese tenido faltas en el pasado, la mentira no habría funcionado,  a lo que señala “su renuncia fue su confesión. Era lo que yo pensaba” de este modo la monja obtiene su verdad, aquella que era un fin en si mismo; tal como explica Maier, la inocencia o culpabilidad se miden según lo que el imputado ha hecho o dejado de hacer en el momento del hecho que le es atribuido, y no en función de hechos anteriores que podría haber cometido, tal como lo juzga la monja. Todo esto claramente inadmisible en un estado de derecho como el que hoy nos encontramos. 


ALUMNAS: Dangelo, Agustina; De Marchi, Luciana M; Nickels, Evelin

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